Doña
Gloria Zea de Uribe y Misiá Isaura de Norden
LOS DERROCHES DE LAS DAMAS DE LA CULTURA
Luego de una cómplice amistad
de medio siglo, dos de las divas de la cultura, una de
la clase alta y la otra de la clase servicial, Doña
Gloria Zea de Todos y Misiá Isadora de Norden han
develado al país una de las roñosas manipulaciones, que
del dinero de los contribuyentes vienen haciendo las
damas de la cultura. Qué espectáculo han ofrecido Gloria
e Isaura, luego de tantos años de hacer creer al público
que ellas, las humildes, las sacrificadas, las únicas y
las inigualables han gastado más de la vida entera
prestando un gran servicio a esta nación de ignaros.
Sólo el machismo colombiano explica cómo desde los años
de la administración del doctor Carlos Lleras Restrepo,
la clase dirigente decidiera que los asuntos culturales,
como si se tratara de una visita al supermercado Pomona,
hay que entregarlos, para su manejo y planeación, a unas
señoras que se autodenominan patronas de museos, teatros
y festivales. Desde entonces han ido apareciendo esas
muchachas, mayores siempre de cincuenta años,
predestinadas por el establecimiento para regir los
destinos de nuestros asuntos literarios, musicales,
dramáticos y folklóricos.
La lista de estas luminarias sin libros, ni estudios ni
investigaciones es ya extensa, pero las pioneras fueron
Doña Amira Arrieta Mc Gregor, Doña Alicia Emma Arce de
Saavedra, Doña Gloria Valencia de Castaño, Doña Fanny
Elisa Orlanszky viuda de Martinez, mejor conocida como
Fanny Mickey; Doña Gloria Zea Soto viuda de Dos y Doña
Isaura Jaramillo de Mayolo, que nació como ninguna otra,
empleada por el Estado y ha conocido todos los cargos
posibles, -desde 'creadora' de la cinemateca (que no es
un archivo de filmes sino una sala de cine sin orden ni
concierto)-, hasta su actual cargo de flamante directora
de Colcorupta, pasando por Casa Silva y la Embajada de
París. Sin que olvidemos que el modelo original fue
Marta Traba, la aguerrida crítica de arte y memorable
escritora que fuera expulsada del país, precisamente por
Carlos Lleras Restrepo y que falleciera en un accidente
de aviación, cuando intentaba visitar la Locombia de
Belisario Betancur. ¡Qué diferencia tan grande hay entre
aquella intelectual argentina y estas damas de la
cultura colombiana!
Gracias al agarrón entre Gloria e Isaura sabemos que el
gobierno ha venido dando todo el oro del mundo al Museo
de Arte Moderno, en detrimento y perjuicio de todos los
otros museos del país. Según el informe publicado en los
periódicos, mientras a los Museos de Samaniego y Popayán
les dan cinco centavos, a los de Mompós, Bucaramanga y
Santa Marta, diez, y a los de Antioquia, Cali y Pereira,
treinta, setenta y ciento sesenta respectivamente, al de
Doña Gloria Zea Soto le tenían programado este año nada
menos que 800, de los 1.200 Millones que había ordenado.
Una suma colosal, que considerando haya sido de las
mismas proporciones a través de los tiempos, bien había
podido servir para abrir y mantener no menos de cien
escuelas públicas en los lugares más apartados e
inhóspitos del país, donde hubieran aprendido a sumar y
restar y pintar quien sabe cuántos miles de niños
pobres.
El Museo de Arte Moderno, como los Museos que controla
el Banco de la República, son un lujo que un país tan
envilecido como Colombia, no puede darse. Y no hay que
llamarse a engaño, ni rasgarse las vestiduras cuando se
afirma que este tipo de instituciones, que sirven a una
élite de diletantes acomplejados ante los destellos de
los teatros y museos de los países ricos, son otra de
las infames caricaturas de la "cultura" que la clase
dirigente inflige al país. Ni la Opera de Colombia, ni
el Museo de Arte Moderno de Bogotá, ni el Camarín del
Carmen, ni su anexa Casa de Teatro aún sin inaugurar, ni
la Casa Silva, ni los Veinte Museos del Oro del Banco de
la República, ni la Real Academia Colombiana de la
Lengua, ni el etílico Instituto Caro y Cuervo y mucho
menos las salas de espectáculos de Fanny Mickey y los
programas de zoología y lambonería de Gloria Valencia
sirven al país. A quien sirven y benefician es a las
roscas de poder que se han ido creando a costa de todos
nosotros y donde todos nosotros no tenemos ni voz ni
voto y menos ingreso. Esos museos, casas de poesía,
teatros y demás son apenas los aderezos más caros que
las señoras de la cultura tienen en sus armarios de
lujo. Son sólo los broches y los abalorios que cuelgan
sobre sus vestidos tejidos y cosidos en París y Londres.
Lo que Colombia necesita son museos, teatros,
cinematecas e instituciones culturales democráticas, que
exhiban, fomenten y expresen la cultura del país y donde
por fin, las camarillas, clubes de areparina y casas de
citas pasen a mejor vida. Cosa que por supuesto no va a
suceder con este gobierno que se dispone, según se
informa, a convertir a Colcorupta en la dependencia más
pérfida y manida del régimen, controlada directamente
por el Rey de los Herrores de Monografía, el Académico
Juan Gustavo Cobo Borda y quizás, como ya sucede, por
las iras y odios de la esposa del presidente.
Las llamadas Instituciones de Cultura que controla y
financia el gobierno hay que acabarlas. Hay que
cerrarlas o entregarlas a las Universidades o los
particulares, como sucede en todos los países modernos.
La hora del fin de las divas de la cultura debe llegar.
Ni Gloria Zea ni Isadora Norden tienen la razón. Las dos
señoras representan lo más detestable de la cultura
colombiana y ambas, las dos, son un anacronismo. Que
cierren el Museo de Arte Moderno y que acaben de una vez
por todas con Colcorupta.
No faltará quien diga que todas estas opiniones mías son
emanaciones de una mente nazi fascista, olvidando que,
precisamente, Adolfo Hitler fue uno de los grandes
patrones de las “artes” de la historia de la humanidad,
con el agravante de que sólo apoyaba instituciones
"artísticas" elitistas y rosqueras que se daban el lujo
de excluir a los mejores representantes de las artes
alemanas de su tiempo, muchos de los cuales murieron en
los campos de concentración, fueron asesinados o
tuvieron que marchar al exilio. Hitler fue gran amante
de la Opera, en especial del Festival de Bayruth, cuya
directora, perpetua como Doña Gloria, Doña Fanny, Doña
María Mercedes Carranza y los Doptores Ignacio Chaves
Cuevas y Darío Jaramillo Agudelo, nunca se cansó de
elogiar "el fino instinto artístico" del Führer.
La Prensa, Bogotá,
Domingo 1 Septiembre 1996
Visto
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